Supongo que era cuestión de tiempo…
¿Recuerdan aquellas sefies de individuos (as) que tenían de fondo el escenario doloroso de alguna catástrofe?
Sonrisas en un primer plano, pero de fondo alguna casa derrumbada por un sismo; alguna balacera en proceso, accidente vial, incendio…etc.
En algún momento lo consideramos de mal gusto y hasta ofensivo pero irremediablemente pasaron por el filtro de la cotidianidad para ser parte de la colección de memes en la red.
Bueno; pues aquel momento parece que al fin fue superado.
Documentar la tristeza a través de las redes sociales no parece algo irrelevante; los ataques de comportamientos erráticos parecen ser más frecuentes y suelen tener un gran impacto de quien los vea porque sobre todo fueron resultado de la espontaneidad y del famoso “momento incómodo” que nadie pudo prever.
Documentarlo y subirlo a redes es una cosa…pero ¿qué sucede cuando esta bomba emocional es subida con toda intensión y además es manejada como un producto de mercadotecnia digital?
Entonces recordé un libro maravilloso que ni más ni menos debería ser la biblia para entender estos fenómenos que no son otra cosa que una exaltación, adoración y veneración del YO.
Y reflexiona la autora de libro “LA INTIMIDAD COMO ESPECTÁCULO”, Paula Sibilia:
“Estamos en una etapa que estimula la hipertrofia del YO hasta el paroxismo, que enaltece y premia el deseo de “ser distintos” y “querer siempre más”.
Pero pongamos el caso:
Resulta que la Influencer esposa del Gobernador de Nuevo León Mariana Rodríguez; pasó lo que podemos considerar un difícil momento en el que su mascota , su perra a la que llamaba pantera, estaba pasando por un paro respiratorio del que no sobrevivió.
La perrita murió.
¿Triste no?
Es difícil no sentir algo de empatía por la muerte de un ser vivo.
¿Y cuál es el escándalo?
La cuestión que es la Influencer subió en formato de historias en Instagram y hasta un Boomerang, narrando lo sucedido mientras lloraba amargamente…
¿No es la primera vez que alguien comparte un triste momento en sus plataformas en redes verdad?
Pues no…pero la polémica desató diversos comentarios, comenzando por el hecho de que ni el trágico momento con lagrimas a moco tendido…literal, le impidieron subir toda una producción en sus contenidos, que si se pudiera traducir en un guión sería algo así:
- Historia de la chica llorando frente a cámara anunciando que su perrita acababa de tener un paro respiratorio.
- Bommerang de la chica llorando; acompañado con el texto “Ya falleció pantera” y 14 emojis de caritas llorando.
- Historia llorando junto al cuerpo fallecido de su mascota, cubrebocas negro y relativo silencio, sonido ambiente.
¿Intenso verdad?
El debate en redes se divide entre quienes consideran una exageración que se tomara el tiempo para hacer toda una producción de la tragedia; y quienes defienden lo que consideran es ya una forma de vida común.
Y es aquí donde la autora del libro reflexiona ante este tipo de fenómenos cuyos únicos responsables somos… todos nosotros.
Pregunta la autora:
¿A qué se debe enaltecimiento de lo pequeño y de lo ordinario, de lo cotidiano y de la gente común?
¿Qué significa esta repentina exaltación de lo banal?
“Grandes ambiciones y extrema modestia parecen ir de la mano, en esta insólita promoción de ustedes y YO que se disemina en las redes interactivas”
De cierta forma estamos viviendo un momento en el que la sociedad comienza acostumbrarse a ver este tipo de comportamientos viralizados en la red.
“Vivimos en el seno de una sociedad altamente mediatizada, fascinada por la incitación a la visibilidad y por el imperio de las celebridades”.
La autora maneja una hipótesis muy acertada; estos fenómenos son resultado de la enorme necesidad que tiene hoy en día la juventud de sentirse diferente, sentirse visible y admirable.
Y todos sabemos que los likes como los aplausos son sumamente adictivos.
Ya que en una pantalla puedes cambiar tu realidad y exhibir una vida mejor, maquillada, con filtros, sonidos y acompañada con caritas que ayuden a sentir al espectador mucho más identificados con el espectáculo.
Porque aunque no lo queramos aceptar; todo lo que subimos en redes felicidad o tristeza forma parte de un pequeño espectáculo que nosotros mismos creamos para poder ser vistos, criticados o juzgados, aunque no lo queramos.
También reflexiona la Autora:
“Los habitantes de estos espacios, montan espectáculos de sí mismos para exhibir una intimidad inventada.
Sus testimonios suelen ser en rigor falsos o hipócritas o por lo menos NO AUTÉNTICOS”
Y es en la Autenticad donde se esconde la clave de tratar de comprender este fenómeno; y como nunca he sido hipócrita debo confesar que no, para nada me pareció autentico su comportamiento, pero ojo, es distinto a sentir que fue una experiencia real.
Aquí lo que es preocupante es ver el nivel de mediatización de la vida de esta chica que toma estas herramientas como una especie de catarsis o compañía emocional…es un comportamiento que se está evidenciando cada vez más entre no solo las influencers sino en el público en general, esperando que sus historias o publicaciones logren los likes que les levante el ánimo o sentirse validadas en una especie de terapia social mediera.
Tal como lo expresa Paula Sibilia:
“En esta cultura de la apariencias del espectáculo y de la visibilidad, existe la tendencia del exhibicionismo que alimenten la persecución de un efecto:
El reconocimiento en los ojos ajenos y sobre todo el codiciado trofeo de ser vistos”
¿Ustedes qué opinan?
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