Por Rafael Arias Hernández.
A 186 días de concluir el cambio que no cambio; y que en los hechos, no en los dichos, se caracteriza ya, como el conocido y padecido más de lo mismo, y peor.
Siguen gasolinazos, devaluación, inflación, más empobrecimiento , corrupción y debilitamiento institucional y, desde luego, más crisis de administración y finanzas públicas..
La realidad real destaca. Por más que se promuevan y difundan verdades oficiales, fantásticas e irreales, como siempre con cargo al presupuesto. Propaganda oficial, abundante en justificaciones y pretextos, en renovadas promesas, infundadas expectativas y esperanzadoras mentiras.
En el Veracruz en recesión, de escandaloso desempleo, informalidad y pobreza laboral, sobresale el escapismo político de siempre. Inútiles y patéticas exageraciones, a base de exaltaciones de un lejano futuro esperanzador con cientos de miles de empleos. Declaración no es inversión.
Escapismo onanista oficial, de repetición quimérica. Sobran hechos que constatan, cifras que comprueban e información que evidencia lo que se padece porque desde el gobierno, no se hace lo que se debe hacer.
Puro rollo del desarrollo. Veracruz sufre corrupción e inseguridad crecientes, retroalimentadas por una injustificada ausencia o poca presencia de políticas y reacciones gubernamentales, en los importantes y determinantes campos de la economía, el desarrollo social y la sustentabilidad ecológica.
Más preocupante que administración y finanzas públicas, se caractericen por ineficiencia y opacidad. Que la deuda pública de Veracruz se incremente y de ello se aprovechen unos cuantos. Y que las contralorías, el costoso órgano de simulación superior (ORFIS), y el mismo Congreso estatal, con sus excepciones, sean ejemplo de ineficiencia, encubrimiento y engaño institucional.
En lo federal, estatal, municipal y organismos autónomos, prevalecen autoritarismo e irresponsabilidad de la cleptocracia; y se muestra también, un alarmante crecimiento en nepotismo y formas de acracia.
Ineptos y corruptos en el poder superan a los verdaderos servidores públicos. Los mismos que notoriamente imponen sus intereses personales, familiares y de grupo, por encima y a costa del interés público y el bienestar de la población.
Los mismos que sostienen y aprovechan la delincuencia gubernamental, en múltiples formas, tanto de comisión y omisión, como de simulación y engaño.
Con sus acciones, es notorio que debilitan y limitan, la convivencia civilizada y sus instituciones, de un supuesto Estado de Derecho acosado, aprovechado y hasta controlado en buena medida, por la delincuencia; y agreden al ciudadano común, al conculcar, escamotear y negar sistemáticamente sus derechos y libertades.
La situación empeora en demasiados frentes. La persistente opacidad oficial y la falta de transparencia, impiden el acceso público a la información oficial mínima, para encontrar soluciones pertinentes.
Imprescindible insistir e insistir en lo básico y fundamental.
En Veracruz, no se cumple con la ley. No hay información actualizada y confiable, accesible y disponible de las actividades gubernamentales.
Obligado repetir y preguntar. ¿De qué tamaño es el daño recibido y cuál es ya, el acumulado por el gobierno actual? ¿A cuánto asciende el total-total de deuda pública estatal y municipal? ¿Dónde están los miles de millones de pesos presupuestados y desaparecidos? ¿Y los resultados de la entrega recepción? ¿Cuántos despedidos y nuevos contratados van? ¿Renovar o autorizar más concesiones y privatizaciones, para beneficiar a quienes? ¿Cuál es el costo de la reestructuración de la deuda? ¿Es obligatorio sostener a funcionarios ineptos o mediocres con ofensivos supe sueldos y beneficios especiales?
Para decidir y elegir bien, es imprescindible información actualizada y confiable. Incluso, para valorar y asegurar los pocos y costosos logros alcanzados.
EL CASO DE VERACRUZ.
Antes que todo, no hay que entrar al desgastante y desafortunado juego de descalificación infundada y ofensa enajenada. Urge atender lo importante.
De por sí, a la partidocracia dominante interesa poco o nada, la opinión y decisión de ciudadanía y sociedad; de ahí que en las campañas, lo que más abunda es la promesa fácil, el cuestionamiento exagerado y el razonamiento infundado que, aunado a la fragmentación del voto y a la manipulación del electorado, asegura cuestionados triunfos minoritarios.
¿Por qué no intentar y abordar la cuestión desde otras perspectivas, más civilizadas y productivas?
Además de la pertinencia y conveniencias de las propuestas, sujetas a diagnóstico y evaluación reales. Empezar, por describir algunas ventajas y desventajas que tienen los candidatos, y en particular, resaltar, las que caracterizan al que encabeza encuestas y preferencias.
Al hacerlo, recordar en todo caso, que quienes gobiernan y sus equipos, excepciones aparte, no atienden ni entienden, que lo primero es lo primero: impulsar el bienestar y desarrollo de la población; fortalecer la convivencia civilizada que garantice vida y patrimonio, así como solución justa y pacífica, de conflictos y problemas.
Así, como ventaja importante, resalta la que distingue a quién está en contacto, escucha y pone atención al sentir y reclamo popular.
Quien se aferra y permanece en más de lo mismo, acaba como más de los mismos.
Otra ventaja, es caracterizarse por combatir corrupción e impunidad, al exigir permanentemente y sin excepción, verdaderas transparencia, acceso amplio, permanente y oportuno de la información oficial: y efectivas, rendición de cuentas, fiscalización y evaluación social.
Y desde luego, habría que insistir que en la dimensión de los cambios, sobresale y adquiere ventaja, quien se identifica y atiende, el evidente hartazgo, malestar e inconformidad social, en aumento.
Ventaja múltiple, cuando se aprovecha la notoria presencia e influencia de una revolución tecnológica de comunicaciones que, accesible a los diversos grupos sociales, genera y favorece renovadas condiciones de opinión y movilización públicas, sobre todo cuando se exhibe, denuncia, acusa y procesa a ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes en los gobiernos.
Finalmente, con frecuencia se señala que tal o cual candidato, no cuenta con antecedentes y experiencia de haber estado, en cargos públicos importantes; señalamiento que, al comprobarse, despierta y motiva amplios y novedosos respaldos, ya que simple y sencillamente se considera, que esto es una virtud y ventaja.
En fin. Permanentemente, hay que valorar a aspirantes y electos, su experiencia, congruencia y buenos resultados; pertinencia de sus propuestas y resultados de sus acciones.
Evaluar para reconocer y fortalecer: o denunciar y castigar.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH
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