miércoles, 28 de febrero de 2018

2017, segundo año más cálido de la historia



28/02/2018, Xalapa, Ver.- De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), 2017 es el segundo año más cálido, empatado con 2015 y sólo por debajo de 2016, explicó Jorge Luis Vázquez Aguirre, académico de la licenciatura en Ciencias Atmosféricas de la Universidad Veracruzana (UV). Agregó que los pronósticos elaborados de manera conjunta por Canadá, Estados Unidos y México, indican que es probable que 2018 se mantenga en la lista de años más cálidos del registro global de temperatura.


Entrevistado respecto al pronóstico climatológico para el presente año, el especialista advirtió que, a diferencia del año civil, que inicia en enero y termina en diciembre, el año climático abarca en México dos periodos: el primero, que es frío y seco, va de noviembre a abril, y el segundo, que es cálido y húmedo, va de mayo a octubre.

Por tal motivo, elaborar un pronóstico que se apegue al calendario del año civil no es posible, ya que los fenómenos atmosféricos tienen sus propios ciclos, distintos a la convención del año y las fechas que utilizamos.

“El pronóstico de todo el año es muy difícil de hacer porque el año civil o calendárico no coincide con los ciclos del clima, abarca de enero a diciembre pero el clima no se adhiere a esos tiempos”, mencionó Vázquez Aguirre.

“En las latitudes medias, como en el caso de algunas regiones de Europa y Estados Unidos, es muy evidente el cambio de las estaciones astronómicas: primavera, verano, otoño e invierno; pero conforme disminuye la latitud y nos acercamos más a la región tropical, como en el caso de México, tenemos sólo dos periodos o estaciones bien definidas: una que es fría y seca, que va de noviembre a abril, y otra que es cálida y húmeda, que va de mayo a octubre. Éstos son los periodos climáticos en la mayoría del país (excepto en el noroeste), por eso cuando a los climatólogos nos piden una predicción para todo el año civil, emitirla es complicado; sin embargo, pueden hacerse inferencias sobre la perspectiva anual.”

El académico precisó que en 2017 se observaron varios hechos climáticos de interés: el comportamiento de las lluvias fue muy semejante al promedio, excepto durante el cierre del año, que estuvo ligeramente por arriba del promedio histórico; esto quiere decir que en el país 2017 fue un año normal en cuanto a las lluvias, aunque este comportamiento ocurrió en forma diferenciada en distintas regiones. El centro y el sur tuvieron déficit de lluvias, caso contrario a la región del noroeste.

En términos del monitoreo de sequía, los estados de Sonora y Baja California registraron los mayores niveles de este fenómeno, así como algunas regiones del sur de Sinaloa, Nayarit y Jalisco, que presentaron condiciones anormalmente secas, pero el resto del país concluyó el año libre de sequía, gracias a que en general las lluvias se mantuvieron en sus niveles normales.

En cuanto a la temperatura, mediante un comunicado de prensa la OMM informó que 2017 fue uno de los tres años más cálidos reportados desde que existen registros; 2016 se mantiene al tope de la lista y 2015 junto con 2017 están empatados en segundo lugar. “Estamos cada vez más cerca de alcanzar el nivel de calentamiento global que se había determinado no debiera rebasarse”, advirtió.

Otro de los fenómenos climáticos relevantes de 2017 es el fenómeno de La Niña, que inició su desarrollo a mediados del año y actualmente se mantiene con intensidad moderada.

La Niña consiste en que la temperatura del Océano Pacífico tropical está más fría de lo normal, y dicho enfriamiento ocurre a una gran escala; como es tan extenso, tiene la capacidad de alterar el clima en todo el planeta.

“Hay algunos efectos que se tienen identificados, pero no todos los eventos de La Niña son iguales y dependiendo de su intensidad los efectos pueden variar.”

En México, normalmente La Niña ocasiona que en gran parte del país –particularmente el centro y el norte– en la temporada fría y seca la temperatura esté ligeramente por arriba del promedio, es decir, que el invierno no sea tan frío; aunque en la península de Baja California y en ocasiones a lo largo de la región costera del Golfo de México, La Niña favorece una temperatura más baja de lo normal.

“Es importante recordar que los fenómenos meteorológicos que con mayor frecuencia se observan en los meses de invierno son los frentes fríos.”

Mencionó que “en el calendario meteorológico de Veracruz se listan diversos fenómenos que ocurren a lo largo del año civil. Por ejemplo, desde mediados de septiembre hasta mediados de mayo aumenta la frecuencia de los frentes fríos; entre febrero y junio es temporada de incendios forestales; de marzo a mayo es la temporada de estiaje, al igual que entre julio y agosto –en este último caso por el fenómeno de la canícula”.

Las lluvias y los ciclones tropicales (incluyendo los huracanes) están presentes entre junio y noviembre, las suradas empiezan en diciembre y ocurren hasta abril, las granizadas típicamente se presentan entre marzo y junio y las heladas entre octubre y marzo.

“Con este tipo de calendarización, que no se tiene en todos los estados pero sí en Veracruz, ya que fue elaborada por el Comité de Meteorología, “podemos saber qué fenómenos son de mayor interés en cada temporada del año”, precisó; “ahora estamos en la temporada fría y seca, y los fenómenos meteorológicos más frecuentes son los frentes fríos”.

Explicó que las masas de aire provenientes del Polo Norte se desplazan hacia latitudes tropicales y a su paso causan descensos en la temperatura y también pueden dejar lluvias. El encuentro de las masas de aire polar con las masas de aire tropical da lugar a los frentes fríos.

“Si nosotros hacemos el análisis del movimiento que ocurre en la atmósfera media, a unos cinco mil metros de altitud, se puede observar que los frentes fríos viajan en flujo y tiene una forma muy similar a la de una onda que se propaga en una latitud dada a través de la circunferencia de la Tierra, estas ondas son llamadas ondas de Rossby”.

Al saber que los movimientos en la atmósfera suceden en forma de ondas, es posible determinar sus propiedades físicas tales como su longitud de onda, velocidad de fase y período, y así saber en cuánto tiempo se desplazarán de un lugar a otro. “Lo interesante es que, cuando ocurre el fenómeno de El Niño o de La Niña, se modifica la longitud de la onda en la que viajan los frentes fríos, lo que hace que durante El Niño los frentes viajen más rápido y durante La Niña se desplacen más lento”; esto último hace que el frío asociado a la masa polar persista durante varios días y se tenga mayor probabilidad de lluvia.

“Lo interesante es que con este tipo de análisis se puede ir más allá de relaciones estadísticas lineales entre La Niña y su efecto en la temperatura y la lluvia, y entonces realizar inferencias a partir del mecanismo físico que explica el comportamiento de los frentes, lo cual nos permite comprender por qué en este invierno los frentes fríos han durado más días”, añadió.



Eventos extremos son indicios del cambio climático

A menudo los expertos se preguntan si los sistemas meteorológicos de gran intensidad que se han observado en los últimos años son ya parte del cambio climático. Es muy difícil responder a esto de manera contundente ya que aún es muy complicado demostrar científicamente si se trata de cambio climático en una región específica.

“De lo que estamos seguros es que una de las consecuencias del cambio climático consiste en un mayor número de eventos meteorológicos extremos”, apuntó; “es muy curioso que en diciembre, aunque hubo días consecutivos de frío muy intenso, cuando se realiza un balance final del mes resulta con valores cercanos a lo normal, es decir, que la temperatura promedio sigue estando por arriba de lo normal”.

En términos de la percepción de una persona puede parecer que hizo mucho frío, pero sucede también que en los días despejados pudo haber también más calor de lo habitual, aunque éste no se perciba tanto. Ésa sería la forma en la que se estaría presentando el cambio climático: con un aumento en los eventos extremos, es decir, más frío y más calor, más extremos.

“Cuando uno escucha calentamiento global podría pensar que se elevará la temperatura en todas partes, pero en realidad se refiere al aumento en el promedio de temperatura de todo el planeta. El cambio climático asociado al calentamiento global, por su parte, radica en que la forma en la que se balancea la energía a través de la atmósfera ocurrirá de manera extrema; eso es a fin de cuentas lo que hacen los sistemas meteorológicos, un transporte de energía entre el polo y los trópicos para buscar un balance.

”Así, los huracanes transportan calor y energía del trópico hacia el polo, mientras que los frentes fríos transportan el frío hacia los trópicos; es la constante búsqueda de un balance, a través de una continua interacción entre los trópicos y los polos, a través de la circulación atmosférica, y es esta interacción la que se está volviendo cada vez más extrema por el calentamiento global y lo que está ya ocasionando el cambio climático”, detalló.

Las predicciones de los centros internacionales indican que La Niña va a continuar durante el resto del invierno y será a principios de la primavera, o bien en abril, cuando el fenómeno se disipe y se observe un regreso a las condiciones normales, de manera que la temporada de lluvias se prevé que ocurra en forma normal.

“Lo que no sabemos con precisión es la fecha exacta en la que La Niña se habría disipado, si su disipación se prolongará, ése sería un factor que podría adelantar o retrasar el inicio de la temporada de lluvias, por lo que se debe estar en continua observación y vigilancia.”

Una vez que el enfriamiento del océano se disipa debido a La Niña, habrá que esperar la respuesta de la atmósfera para que ambos sistemas –océano y atmósfera– estén nuevamente en condiciones normales.

“En este momento la probabilidad de que se mantenga La Niña hacia el trimestre marzo-abril-mayo es del 30 por ciento, y hasta el momento no hay probabilidad de que se desarrolle un evento de El Niño en 2018.”

Pero no todas las variaciones del clima son causadas por La Niña o El Niño, subrayó, hay otros moduladores, otras oscilaciones atmosféricas –que a diferencia de las oceánicas son de más corto plazo y suceden en frecuencias más altas– que también influyen en el comportamiento de los fenómenos meteorológicos.

Por ejemplo, la llamada oscilación del ártica se mantuvo en fase negativa durante la mayor parte de enero y mientras que la oscilación conocida como el patrón del Pacífico-Norteamérica tuvo una fase positiva. Además de La Niña, las fases de estas dos oscilaciones atmosféricas han favorecido el ingreso de los frentes fríos intensos que hemos observado en los últimos meses.



Modelos acoplados y habilidad de pronóstico

El académico recordó que con los modelos meteorológicos físico-matemáticos sólo es posible hacer pronósticos muy precisos para las siguientes 72 a 120 horas; sin embargo, las ciencias atmosféricas han desarrollado también los denominados “modelos acoplados del sistema climático”, en los que se combinan modelos de la atmósfera, del océano, del continente y de la cubierta de hielo y nieve, y se toman en cuenta las interacciones entre esas componentes del sistema climático.

Los modelos acoplados actualmente se están utilizando en los centros internacionales para elaborar pronósticos de largo plazo.

Particularmente, hay un conjunto de siete modelos que integran el Conjunto Multimodelo de Norteamérica (NMME, por sus siglas en inglés), que incluye dos modelos canadienses, uno de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), otro de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, entre otros.

La predicción del clima utilizando conjuntos de pronósticos de varios modelos surgió con el avance de las computadoras y permite a los científicos elaborar predicciones basadas no en uno, sino en múltiples pronósticos, para estimar cuál o cuáles son los más probables de ocurrir.

La predicción por conjuntos se elabora para tanto para el corto plazo (modelos meteorológicos) como para el largo plazo (modelos climáticos acoplados), “de manera que se puede tener una predicción probabilística basada en el conjunto de los pronósticos meteorológicos para las siguientes 24, 48, 72 horas (y hasta 15 días), como bien puede tenerse la predicción basada en modelos climáticos acoplados para el siguiente mes, el siguiente trimestre o hasta los próximos nueve meses, estos métodos de pronóstico son conocimientos de frontera y se consideran el estado del arte de la predicción climática”.

Los pronósticos por conjuntos para el corto plazo son realizados para la región de Canadá, Estados Unidos y México, mediante el Sistema de Pronóstico por Conjunto de Norte América (NAEFS, por sus siglas en inglés), mientras que los pronósticos por conjuntos para el mediano plazo son realizados para todo el planeta mediante el NMME y se actualizan el día 12 de cada mes con predicciones para los siguientes meses y trimestres en un plazo de hasta nueve meses.

Señaló que con esta forma de hacer las predicciones ha surgido el término cuantitativo de “habilidad de pronóstico”; al respecto, explicó que tradicionalmente un experto emitía su pronóstico sin detallar el nivel de confianza de éste, al día siguiente podría ser el caso de que alguien hubiera verificado si el pronóstico se cumplió o no. A lo largo del tiempo, el número de aciertos del pronosticador definirían su habilidad de pronóstico. Algo similar ocurre con los modelos, pero en forma completamente cuantitativa.

“Ahora lo que mostramos a los estudiantes de Ciencias Atmosféricas es que no se puede decir que un pronóstico es bueno si no se informa también cuánta confianza se puede tener en el mismo, pues se debe comunicar a los usuarios del pronóstico sobre los aciertos y sobre las fallas, es decir, sobre la ‘habilidad’ de pronóstico.”

Esta “habilidad de pronóstico” es una medida del número de veces que el pronóstico ha sido acertado a través del tiempo; en los modelos numéricos la habilidad es una cantidad que se calcula a partir de los pronósticos retrospectivos. Por ejemplo, es posible hacer un pronóstico para las condiciones de 1990 y compararlo con las observaciones de ese año para evaluar el grado de acierto.

De acuerdo al pronóstico por conjuntos del NMME, en febrero tendríamos déficit de lluvias en el centro del norte de México. En abril, cuando inicia la transición del invierno al verano, el número de sistemas frontales disminuye notablemente y se empiezan a tener las condiciones para la temporada cálida-húmeda; al ser de transición es un mes difícil de pronosticar con precisión, pero sabemos que es la temporada de estiaje y que para 2018 se prevén condiciones normales.

“Para mayo la predicción del NMME es de lluvias por arriba de lo normal, pero la habilidad de pronóstico del NMME en ese mes es muy baja, lo que nos lleva a inferir que la lluvia esperada será en el rango de las condiciones medias.”

En junio, el NMME indica que en el occidente de México se tendrían lluvias abundantes, no obstante es recomendable revisar la actualización de la predicción hacia abril.

El investigador subrayó no considerar estos pronósticos como definitivos y, por el contrario, consultar al día 12 de cada mes la actualización de las predicciones en la plataforma de Internet del NMME: http://www.cpc.ncep.noaa.gov/products/NMME/

En términos de la temperatura, los modelos indican que el resto del año ésta continuará en promedio por arriba de lo normal, es decir, la tendencia de calentamiento continúa presente.

El Servicio Meteorológico Nacional (SMN), adscrito a la Comisión Nacional del Agua, realiza una predicción para los siguientes tres meses, donde indica que febrero será seco para la mayor parte del país, con lluvias en el sur-sureste y temperaturas por arriba de los valores promedio, mientras que en marzo se prevé sea seco en el noroeste y con temperaturas altas para todo el país de manera general.

Recomendó que los usuarios de pronósticos utilicen preferiblemente aquellos que disponen de una evaluación de su habilidad, “es un reto técnico que hay que resolver en el país y esperaría que algunos estudiantes se interesen por este tema y realicen sobre él sus trabajos recepcionales; desgraciadamente no hay en México recursos humanos dedicados a estos temas y ellos podrían comenzar a evaluar la habilidad de pronóstico de las distintas predicciones, para así transitar a un mejor aprovechamiento de la información y a los servicios climáticos”.

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