Xalapa también hace teatro y muy buen teatro; su semillero artístico se abre a grandes talentos de la actuación.
Hace unas semanas fui invitada a la función de prensa de la nueva obra del maestro Abraham Oceransky llamada "HUMO".
Tuve la fortuna de toparme con mi gran amigo y promotor cultural Juan José Gonzáles Mejía, que además de ser un buen crítico de cine, supo detectar en esta obra, gran influencia de cierto director y escritor italiano que admira mucho el propio Ocerasky.
La vida de las mujeres es siempre aderezada por la pasión; gracias a ella podemos ser participes de una montaña de acumulados sentimientos que en algún momento de nuestras vidas se desbordan y causan un conflicto tal, que ni las más amargas lágrimas pueden curar...salvo el tiempo.
Actualmente somos víctimas de un vida multipantalla, de un show que atraviesa de la vida real a las pantallas de televisión y viceversa, mostrándose así tan desfasada y cruel que sin darnos cuenta nos forma un escudo invisible de apatía ante el dolor.
Tal vez por eso Oceransky en esta obra quiso mostrar los ángulos desde un monitor de televisión y desde la idea de un reality show, para vernos reflejados en esas situaciones y así perdernos entre esa dimensión de la realidad y sentir de cerca el llanto y las risas; ser testigos y partícipes como en aquel juego de naipes de la obra.
La suerte, el amor y desamor... combinaciones muy peligrosas.
Y así en esta gama de cartas echadas a la suerte de la vida, vimos una obra con diversos tintes histriónicos.
Hace unas semanas fui invitada a la función de prensa de la nueva obra del maestro Abraham Oceransky llamada "HUMO".
Tuve la fortuna de toparme con mi gran amigo y promotor cultural Juan José Gonzáles Mejía, que además de ser un buen crítico de cine, supo detectar en esta obra, gran influencia de cierto director y escritor italiano que admira mucho el propio Ocerasky.
La vida de las mujeres es siempre aderezada por la pasión; gracias a ella podemos ser participes de una montaña de acumulados sentimientos que en algún momento de nuestras vidas se desbordan y causan un conflicto tal, que ni las más amargas lágrimas pueden curar...salvo el tiempo.
Actualmente somos víctimas de un vida multipantalla, de un show que atraviesa de la vida real a las pantallas de televisión y viceversa, mostrándose así tan desfasada y cruel que sin darnos cuenta nos forma un escudo invisible de apatía ante el dolor.
Tal vez por eso Oceransky en esta obra quiso mostrar los ángulos desde un monitor de televisión y desde la idea de un reality show, para vernos reflejados en esas situaciones y así perdernos entre esa dimensión de la realidad y sentir de cerca el llanto y las risas; ser testigos y partícipes como en aquel juego de naipes de la obra.
La suerte, el amor y desamor... combinaciones muy peligrosas.
Y así en esta gama de cartas echadas a la suerte de la vida, vimos una obra con diversos tintes histriónicos.
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