lunes, 23 de octubre de 2017

Columna Fuera de Foco

Por Silvia Núñez Hernández

Veracruz, Ver.

23 de octubre del 2017

 Los Ministeriales: ¿Delincuentes a sueldo?

 El 17 de octubre del año en curso, muy controversial fue la noticia de la mujer que fue literalmente violentada por Policías Ministeriales de la Fiscalía General del Estado de Veracruz a cargo del controversial y cuestionado, Jorge Winckler Ortiz.  A gritos la mujer advertía que la estaban secuestrando. Obviamente de eso se trataba el percance: “un levantón ministerial”.
A nadie podría extrañarse de que el error no lo fue, sino que pretendían secuestrar a la doctora a la que estuvieron cazando desde su domicilio y la persiguieron hasta un reconocido café en Boca del Río, sin considerar que la mujer iba a armar un soberano escándalo.



¿Cómo es posible que se hayan confundido, si llevaban supuestamente una orden de aprehensión con domicilio y nombre? ¿Cómo es posible que hayan confundido el domicilio sin lo traen impreso en la supuesta orden? En verdad ese cuento ya nadie se lo traga.



La reacción del fiscal fue correrlos y posteriormente meterlos a la cárcel. Historia que usualmente los ciudadanos ya no creen, pues posteriormente al hecho, se dice que los ministeriales los vieron degustando sus alimentos en un restaurant de la zona.



Nadie cree en el actual titular de la FGE. Lo se observa, es como los ministeriales lo tienen hincado, como lo tiene el gobernador del estado de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares. Su amigo, su gurú, su Dios.



Tal es el grado de insubordinación de sus elementos, que le enviaron al otro día una cartita donde le exigían atendiera la falta de recursos a la fiscalía para que el personal haga su trabajo. Winckler mudo, jamás respondió e ignoró las acusaciones. Un fiscal que destina el dinero para que sus cercanos y sus aviadores que se pasean por el puerto de Veracruz sin pena ni gloria y con gastos pagados, no lo hace diferente de Luis Ángel Bravo Contreras.





El gobierno del “cambio” solo es una réplica simplificada del “Duartismo”, del “Fidelato”. Las mismas prácticas, las mismas corruptelas. Los mismos delincuentes con placa de la SSP y de Policía Ministerial de la FGE.



Para poner otro ejemplo del abuso de autoridad en la que usualmente incurren los ministeriales a cargo de Jorge Winckler.



En Martínez de la Torre, el comandante de la Policía Ministerial de la FGE, Miguel Acevedo Escobar, se puso bélico. Inició una gresca en una fiesta que se desarrollaba en la vía pública, detonó su arma en contra de Alberto Blasco Salcedo de 21 años y su padre, Ricardo Blasco Flores de 40 años de edad. Disparó en repetidas ocasiones en la humanidad de padre e hijo, acto que originó que estos fueran trasladados a un nosocomio privado para su intervención. Lo curioso, es que ahora las víctimas están en calidad de detenidas, mientras que el “comandante” de Winckler anda a salto de mata.



Con información del portal de noticias de Proceso, bajo la pluma de Noé Zavaleta, explica que la fiesta fue convocada por el delegado de la Policía Ministerial de Cosamaloapan, Ángel Rodrigo Serrano Cabrera alías “El Potro” quien desde el 11 de agosto del 2016 fue designado por Luis Ángel Bravo Contreras a dicho cargo, pero lo peor del asunto es que Jorge Winckler Ortiz le respetó el nombramiento por sus “buenos resultados”. Es importante resaltar que dicho delegado, ha sido señalado por abuso de autoridad, por déspota y por infringir un constante maltrato con su personal a cargo. No entendemos luego entonces cuál es la causa por la que mantiene en el cargo a este “honorable” sujeto.



¿Un delegado realizando fiestas en la vía pública? Cuándo su responsabilidad es de atender los municipios que le corresponde atender.  Indudablemente, Jorge Winckler Ortiz mantiene puro personal nefasto –herencia de Duarte y de Herrera- que solo se dedica a delinquir y violar los derechos humanos de los ciudadanos. Actualmente tenemos un fiscal que protege a los verdaderos delincuentes, a los ladrones que la propia sociedad atrapa y que él en un santiamén libera. Veracruz se ha convertido en el estado donde impera la corrupción política. Roja, azul o amarilla, es lo mismo.



Las mujeres misóginas en Veracruz



Una de las peores situaciones que puede padecer el género, no es únicamente soportar las vejaciones que continuamente sufre por parte de los hombres; sino cuando ese golpeteo proviene de las propias mujeres, las cuales se encuentran más aferradas a los estándares machistas que los propios varones.



Fabrican “machitos” y “princesas” sin considerar siquiera que dicho “sistema” son los principales responsables de la violencia existente en contra de las personas de nuestro propio género. Son los responsables de que los hombres se sientan con el derecho de transgredir el derecho de las mujeres.



Son esas mismas que están en contra del feminismo, de la despenalización del aborto. Son las que se desgarran las vestiduras por la campaña de la iglesia de la “familia” y el “derecho a la “vida”; pero callan ante las violaciones que los sacerdotes hacen en contra de niños y niñas. Son las mismas que se dan “golpes de pecho” por defender la “moralidad”, cuando se es más inmoral al infringir en sus hijas una violencia intrafamiliar, al violentarles el derecho a decidir y al considerar que tienen menos valor que los hombres en casa a quienes deben de atender sin alegato alguno. Son las principales promotoras de la misoginia y crean seres inferiores, como producto de consumo para los hombres.



La mujer es la peor enemiga de la propia mujer. Para muestra un botón sobre lo que sucedió la semana pasada con una joven que aspiraba al reinado de las fiestas carnestolendas.



La semana pasada Maribel Quesada Cano –María Debarnardi­- quiso ser intrépida y fue la primera persona que se inscribió como candidata a Reina de Carnaval 2018. La noticia corrió como pólvora en las redes sociales, como también unas fotografías que hicieron polvo la intención.



Lo curioso que quienes realmente la destruyeron tanto Facebook como Twitter, fueron las propias mujeres. Acusaron a Debarnardi de todo e interpusieron su “moralidad” –o según ellas la falta de ésta- pues argumentaron sentirse ofendidas por su “vulgar” actividad.



Lo ridículo de este asunto y este desgarre de vestiduras moralistas, es que si hay algo que rebasa toda concepción de lo inmoral, es en el Carnaval. Existe la anuencia a todo por parte de las autoridades municipales y estatales. Corre alcohol y drogas. Se promueve la prostitución y además, existe una violencia constante en contra de las mujeres por parte de la mismas cerveceras quienes son las controlan la “pachanga” en la semana que dura el Carnaval.



En las torres que instalan las negociaciones de la cerveza, donde venden alcohol indiscriminadamente sin importar la edad [no dudamos que ahí mismo la delincuencia organizada se instale para la venta de estupefacientes]. Pero eso no es todo, en la parte superior de las torres se instalan equipos de sonido [otro negociazo de los zar de los equipos de luz y sonido que cobra un dineral al Comité de Carnaval y reparte el trabajo con otros “sonideros” pagándoles una bicoca por paseo] y contratan animadores pervertidos para que alcoholizadas y drogadas, suban a niñas, adolescentes, jóvenes y adultas a la parte superior de éstas, las desnudan completamente para que una “jauría” de imbéciles griten como animales en brama, posteriormente las bajan para que entonces puedan ser manoseadas por la bola de patanes.



Una historia que se repite año con año. Un remix. Y a las que muchas “moralistas” asisten. Pero incoherentemente, pese a lo que es realmente la fiesta de la carne,  a muchas les ofendió que una mujer -a quien acusaron de prostituta- de su tipo, fuera quién representara las fiestas carnestolendas. La fiesta de la carne, el preámbulo para que la gente saque su parte “bestia”, su inmoralidad, su desenfreno, para que terminada la fiesta carnal y de excesos, posteriormente puedan pedir perdón ante el padre en confesión. Limpias de todo mal, tomarán la ostia sagrada y se hincarán a cumplir su penitencia de tanta acción inmoral que cometieron en la fiesta de la carne. .



Una incongruencia, no únicamente por el tema de lo que se trata realmente el Carnaval, que dejó de ser hace mucho tiempo una fiesta familiar. Ahora quienes se atreven a asistir a dichos masivos, tendrá que estar consciente a lo que se enfrenta. A soportar un sinfín de situaciones “inmorales”, como también a ser víctimas de las bandas delictivas que operan bajo la anuencia de la Secretaría de Seguridad Pública y la Fuerza Civil. Elementos que están simplemente de espectadores presenciales de los actos delictivos que orquestan a sus narices las bandas delincuenciales. Y si un ciudadano recién ultrajado les cuestiona su falta de ética por no hacer nada por la ciudadanía; estos responde: “Si ya sabes a lo que vienes, para que asistes, quédate en tu casa”.



La corrupción e impunidad en Veracruz, cambió de rojo a azul. 



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