jueves, 27 de abril de 2017

Columna Fuera de Foco


Por Silvia Núñez Hernández

Veracruz, Ver.

26 de abril del 2017

 La comisión de la Verdad: un enemigo de la política

 Alejandro Solalinde Guerra, sacerdote mexicano, defensor de los derechos humanos de los migrantes. El mejor conocido como el padre Solalinde, junto con las Patronas en Tierra Blanca, se ha convertido en un protector genuino sobre los abusos que estos son víctimas en su paso por México, acto, que le ha originado una serie de amenazas por parte de grupos criminales a los que él le llama en el libro “El Reino de Dios” [que tuvo a bien de presentar en la Universidad de las Naciones junto con el candidato a la alcaldía de Veracruz por el Partido Verde Ecologista Mexicano (PVEM) y rector de dicho plantel educativo, Arturo Mattiello Canales] como “Víctimas de un sistema enfermo y deshumanizado”.

 Solalinde, candidato a premio Nobel de la Paz por la defensa férrea que ha protagonizado en favor de los migrantes, actualmente también trabaja y apoya muy cercanamente a los colectivos de personas de desaparecidos. En la plática que sostuvo con los medios de comunicación esta mañana, indicó que junto con Mattiello Canales trabajarán en la propuesta de conformar una Comisión de la Verdad genuina, conformada por la sociedad civil y los integrantes de los colectivos. Indicó que es necesario que quienes la integren no se vendan a ningún partido político, porque a través de ella se conocerá información veraz sobre la situación real de personas desaparecidas en el estado de Veracruz. Junto con Arturo Mattiello, el padre Solalinde indicó que de dar resultado en el estado veracruzano, este mismo esquema se exportaría a otras entidades de la República Mexicana y así tener realmente un reporte de la realidad que persiste con relación al número de desaparecidos a nivel nacional y el número de fosas y restos óseos localizados en ellas, que han sido detectadas en la su gran mayoría por los propios colectivos.



Expresó que las instituciones no tienen un verdadero compromiso con la sociedad. “No existe un interés verdadero en solucionar estos graves atentados contra la vida y la dignidad humana (…) Si no se escucha a las víctimas, si no se trabaja con ellas, si no son parte del trabajo de Jorge Winckler, entonces todo lo que haga es una simple y vulgar simulación porque van a seguir cobrando cada quincena para nada, porque quien nos va decir si van bien o van mal, son las víctimas o los familiares de las víctimas, si a ellos no se les toma en cuenta, no sirve nada de lo que se está haciendo”.



Un gran personaje y que en lo personal, tuve la oportunidad saludar. Su humildad es más que evidente y hace, que como persona y periodista profundamente dedicada a las causas sociales, no pierda la esperanza de poder continuar realizando un trabajo periodístico responsable y apegado a los derechos humanos. No voy a negar que en muchas ocasiones, por la gran apatía de la sociedad, me he visto harta de continuar en una lucha estéril que no emprendido sola, sino con apoyo a las asociaciones civiles y que no desisten en protestar en contra de las cópulas del poder.

Éstas han percibido mi desánimo y con preocupación, pero sobre todo, por la convicción que tienen de estar haciendo lo correcto, vuelven a inyectarme la energía necesaria para poder ser la tribuna que tanto necesita el ser humano, ese gran número de personas las cuales se encuentra desvalidas, vulnerables y son presa fácil de la clase política que se comporta como un ave de rapiña.



Agradezco luego entonces al padre Solalinde la oportunidad de estrechar su mano. No soy mujer de religiones pero si de convicciones y cuando veo un ser con la calidad moral de este gran personaje, no tengo más que sentirme honrada de haber tenido la oportunidad de haber sido parte de su espacio y tiempo. También agradezco el hecho de obsequiarme su libro, “El Reino de Dios” que contrariamente a lo que muchos pensarían que pudieran encontrar en él, es una explicación absoluta del trabajo que ha venido desempeñado con los migrantes centroamericanos a través del albergue “Hermanos en el Camino” y en donde expone a detalle la situación social tan alarmante en la que se encuentra nuestro país.



“Los migrantes están edificando el Reino; nos obsequian un encuentro profundo con toda la humanidad donde exista una verdadera solidaridad (…) Nacimos dentro de un sistema capitalista, una condición global impuesta, cuyo orden coloca prácticamente, al dinero, como el valor supremo; luego Dios, y al último a la gente (…) En esta vorágine de ideas, las cúpulas del poder económico, imponen versiones de los que “debemos” ver y creer, como verdades indiscutibles. Este visión de los poderes fácticos, transmiten a través de los gobiernos aliados y medios de comunicación a modo, loque les conviene para seguir manteniendo sus privilegios y oportunidades, para seguir concentrando la riqueza, mientras que abajo, somos testigos del empobrecimiento, desigualdad y del sufrimiento de las grandes mayorías excluidas. Abajo se tiene otra visión de las cosas” aportó en su libro el padre Solalinde Guerra.



Tal vez me escuche blazfema, pero Jesús de Nazaret -de acuerdo a lo mucho que he leído de él y que ahora a través del trabajo encontrado en el libro de José Alejandro Solalinde Guerra- puedo concluir, que éste fue un importante activista social de su tiempo. La desigualdad ha sido una constante en un sistema social que supuestamente ha “evolucionado” pero que aún, los “poderosos” siguen abonando a la marginación de las clases sociales y Jesús, logró sensibilizar a grandes masas y darles las herramientas necesarias para erradicarlas. Terminó crucificado luego de ser una gran amenaza para quienes les perjudicaba el despertar de las conciencias de su época.



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